Me levanto desganado de la cama. Un rato más. Unos momentos más. Quiero seguir soñando. El despertador no me ayuda con mis deseos, y me regresa a la realidad. Todavía adormilado, me aseo para despues llenarme de energias con un desayuno nutritivo y balanceado de leche de hace tres días, huevos juntos pero no revueltos y un pan viejo al que todavía no le salía moho. Después del formalismo social necesario de la vestimenta, sali a agarrar un camión urbano. No alcance lugar, seguia cabezeando, el sueño no se alejaba de mi. apenas y asimilaba el amanecer entre los árboles, aunque entorpecido por la suciedad de las ventanas, seguía siendo milagrosamente bello. Bajando del camión, camino a prisa. Llegando a la estación principal, el reloj me da malas noticias. Ofuscado, me siento furioso a esperar la siguiente salida. ¿Por qué demonios me pasa esto? ¿Por qué siempre me retraso por menos de 5 minutos?. Hecho una mirada rápida a mi alrededor, pero sin prestar atención. Ando inquieto, sigo moviendo la vista por todos lados hasta que veo un pequeño caracol arrastrarse a una distancia muy proxima. Un caracol. Animal extraño para un ambiente tan urbano. Me detengo a observar su movimiento, lento, seguro, sin prisas. La espiral de su caparazon. Una relación dorada de recuerdos y momentos no vividos. El caracol siguio su marcha, infatigable. El tiempo dejo de existir. Un caracol se movía entre un río turbulento de pies, una tormenta de sonidos irrelevantes de la vida cotidiana. Finalmente, salió por la entrada de la terminal. El caracol siguio su camino. Y yo seguí el mío.
Cuando regrese, me di cuenta porque este fue especial. Se me olvido ir al trabajo. 5 minutos perdidos. Un día ganado. ¿Una vida ganada?
PD: El tradicional link fumado
http://youtube.com/watch?v=mcxioU7AMM4
viernes, 28 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Entradas (Atom)